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La vida está asociada con la primavera. Después del frío invierno, comienzan los días largos y soleados, regresa el calor, escuchamos el canto de los pájaros, otros animales despiertan de su hibernación, la naturaleza se llena de belleza con sus flores y hojas verdes. Todo parece indicar buen rollo. Es el inicio de un nuevo ciclo, una temporada para renovarnos y llenarnos de nuevas energías.
La causa de que los días de sol sean más largos es porque la tierra durante su viaje alrededor del sol, se inclina sobre su propio eje más cerca del sol, quedando más cerca el polo norte y más alejado el Polo Sur. Esto ocasiona que en el polo norte los días sean más cálidos y más largos. La luz del sol produce efectos en nuestro organismo: mejora nuestro estado de ánimo, sentimos nueva energía y vitalidad que nos motiva a hacer nuevos planes y actividades. Por ejemplo, en países nórdicos como Islandia, no tienen tanta exposición a la luz del sol como en España, y necesitan tomar baños de luz artificial para mejorar no caer en depresión. Nosotros tenemos suficientes horas de luz solar para darnos nuestra buena ración de antidepresivos naturales.
Pero en primavera no todo es energía, también produce algunos cambios que desorientan a más de uno durante su adaptación. Existe un síndrome que se llama astenia primaveral, este síndrome lo padecen ciertas personas cuando su cuerpo intenta adaptarse a la nueva temperatura de la estación y se notan más cansados de lo normal. Además, con el cambio de horario la última semana de marzo, en el que algunos países del mundo adelantan el reloj una hora con el fin de reducir el consumo de energía, el organismo sufre un ajuste también. Si a esto le sumamos que de enero a la fecha no hemos cumplido los objetivos que nos planteamos al inicio del año, también puede producir cierto estado de desánimo. Habría que agregar que durante esta época, algunas personas padecen alegrías debido a la presencia de polen en el ambiente, ocasionando problemas respiratorios y molestias en los ojos.
Por esta razón, es muy importante prestar atención a las señales que nos envía nuestro cuerpo y nuestras emociones en esta época y comenzar a realizar pequeños rituales que mejoren nuestro bienestar: dormir bien para adaptarnos al cambio de horario; visitar al médico si hay molestias que no nos impiden respirar bien; alimentarnos con frutas y verduras de temporada para elevar las defensas; movilizar nuestro cuerpo para tener energía; expresar nuestras emociones con alguna actividad que nos sintamos identificados.